Cuando el árbol no te deja
ver el negocio…
(Historia de pesca)
Hace ya, varios años, mi señora
me avisaba que habían abierto una casa de pesca a pocas cuadras de casa.
Pasé más de una vez y no podía
dar con ella. Solo cuando lo hice a pie logré ver su vidriera. Claro, un gran
árbol tapaba el frente.
Como el común de las vidrieras
tenía boyas colgando; cañas cruzadas; equipos de ofertas; cuchillería… y todo
lo que nos gusta decir… Quiero… Quiero…
Entré. Una figura grande de tono
de voz particular me recibió como si nos conociéramos de otra vida… No recuerdo
si compré algo… No hace al caso…
Comencé a frecuentar el negocio y
hasta hice una salida de pesca con mi amigo Robertito Bonato…
Me decidí por la pesca embarcada
y así llegó otro nuevo amigo… Diego Mattia o para mi celular… Diego pescador…
Y un día se ¡terminó!
Dicen que las segundas partes de
las películas no siempre son buenas. En este caso es superadora…
Un día ¡volvió!... Corría la
noticia… ¡El Dorado Pesca volvió al barrio de Boedo en su nuevo local!
Así es que el trío pescador,
ahora con Horacio Suppa, nos embarcamos en la salida 2018 a Hinojo Grande…
El cielo bendijo la salida con
una fuerte lluvia que no amedrentó a viejos con espíritu de jóvenes;
muchachones en grupo y hasta un padre protector con su hijita pescadora… La
noche cerrada fue testigo en la ruta que separa nuestra ciudad de Trenque
Lauquen. Un desayuno poderoso en el pesquero nos daba el primer empujón hacia
la costa en una mañana fresca pero no fría…
Con nuestro mini 3,5 hp, a nuestro
tranco, íbamos galopando las olas embistiendo al viento sur en búsqueda de los
montes vistos en el horizonte…
Cambiando el monótono ruido del
motor por el golpe de la ola en el casco comenzábamos a armar nuestro arsenal
de pesca… Boyas rojas para uno, fucsia para otro y negras para mí. Bajadas de
treinta a sesenta centímetros… Anzuelos número uno o dos… Carnada: mojarrita
pinchada de la cola tal como enseñó el profesor José Di Carlo…
Para ablandar la mano fueron los
dientudos quienes nos recibieron en primera instancias… esporádicamente las
corridas laterales de la boya y una explosión en el agua era el preludio del
primer pejerrey izado a la embarcación… Nada despreciable el tamaño…
Entretenida la pesca no nos dejó advertir
lo que vendría… Todo se convirtió en escala de grises al desaparecer la escala cromática
de la paleta del Señor… Una espesa niebla escondió al sol y su vida… Nosotros,
caña en mano y haciendo foco, seguíamos pescando… En particular, yo, una mano
en la caña otra en la cámara fotográfica…
¡Volvió la vida!, ¡Volvió el sol!
¡Volvieron los colores! Seguía la pesca… Pejerreyes lindos, combativos,
enojados hacían cabecear las punteras de las cañas y con ellas los aplausos y festejos
a bordo del cómodo bote…
Pasadas las horas… el viento
mermó, el agua quedó como un aceite y la pesca declinó… El pescador es
persistente y cambiando líneas llegué al paternóster… Saqué un lindo pejerrey a
más de tres metros de profundidad cuando mi compañero Diego clavó otro a los
treinta centímetros… ¡Una locura!
Con la cuota hecha y el corazón
bombeando de tanta pesca la jornada llegaba a su fin…
Otra vez al tranquito, rumbo al
embarque… Lo de siempre… comentarios de la pesca; las mediciones y un tercer
puesto del lindo tarugo que Hinojo Grande, en Trenque Lauquen, le regaló a mi compañero
de pesca Diego.
Otra vez pescando con El Dorado
Pesca del barrio de Boedo… (Las fotos se las debo... Ahora estoy editando el video. Cuando esté listo lo comparto con ustedes)
------------- Explorador Veterano, Bat 15 Exalumno de Don Bosco
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